Tú, que has nacido de la desesperación en mi alma,
Tú que has muerto cuando mi fe ha perecido en una peña demasiado filosa,
Tú que has despertado a la bestia moribunda que suplicaba por un poco de comida.
Aquella que enfermó cuando supe,
Que no existirías.
Y me cansé de esperarte.
Me cansé de aguardar a que el cáliz y su carne rosada se llenaran de una sangre que contuviera el fruto que serías;
Me he hartado de mendigar el amor de un ser que no está a mi alcance.
De un ser que ha nacido para ser una reliquia de la eternidad.
Pero a pesar de todo,
A pesar de los tiempos,
Sigo esperando,
Sigo aguardando a que nazcas,
Rogando que mil años no sean demasiados y que cuando hayas venido al mundo,
Aún puedas enamorarte de mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario